domingo, 13 de abril de 2008

Hong Kong, IYHK



Hay muchas maneras de describir Hong Kong. A nosotros nos gusta pensar en esta ciudad como la Nueva York asiática. Es una ciudad multiétnica, ecléctica, vertical, vertiginosa, cegadoramente luminosa, bulliciosa… todos los adjetivos son pocos.

Ejecutivos agresivos deambulan de forma apresurada por los vestíbulos que cruzan de edificio en edifico mientras hablan por teléfono sin perder tiempo. Mientras, más allá del distrito central, en algún lugar de esta ciudad de cristal, metal, silicio y también bambú, algún anciano todavía echa cuentas en su tienda y cuadras sus balances con su viejo ábaco. Y en medio de la jungla una legión de hindúes y paquistaníes viven juntos en harmonía vendiendo todo aquello por lo que alguien esté dispuesto a pagar.

Hay que visitar Hong Kong. Abstenerse apalancados, sosos, aburridos y los poco curiosos. La diversión está servida.

FICHA TÉCNICA

¿Por qué Hong Kong?
La espina la llevábamos clavada ya hacía un año. Estuvimos apunto de ir pero finalmente no cuadró nuestro itinerario. El caso es que se nos presento una buena oportunidad en forma de billete de avión barato desde Ho Chi Minh y dado que son pocas horas de vuelo no dudamos en aprovechar la ocasión.

Días: 4.

Fecha: Julio 2006.

Itinerario: Hong Kong, Shenzhen y Dongwan.

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Medios de transporte utilizados: Metro, tren, tranvía, cremallera, minibús.

Visado: No se requiere en Hong Kong. Si que es necesario para llegar a Shenzhen (para entendernos es algo así como la Andorra de los habitantes de Hong Kong). Se obtiene en la misma frontera sin ningún problema. Solo se requieren fotos de carnet y el pago de una pequeña cantidad. El visado no es el visado chino clásico. Es un visado especial para visitar un máximo de 3 días es área económica especial de Shenzhen y por tanto no sirve para viajar a China y salir de la ciudad (cosa que al final no respetamos).

Vacunas: No.

Que no vimos y por que: Media ciudad. Nos quedaríamos a vivir una temporada de buen grado ;-)

VISITANDO HONG KONG

Llegamos sobre las 10.00 AM a Hong Kong en vuelo procedente de Ho Chi Minh (Vietnam). Volamos con United Airlines al precio de 330 euros 2 pax. ida/vuelta. Íbamos ligeros de equipaje ya que la mayor parte la dejamos “abandonada” en nuestro hotel de Vietnam. Tan ligeros íbamos que intrigada, nos paró la policía aeroportuaria a ver que llevábamos en nuestras pequeñas trolleys. El objetivo estaba claro desde el principio. Shenzhen, la ciudad que se encuentra al otro lado de la frontera, es un paraíso para las compras. A la vuelta ya íbamos con una Samsonite falsa de tamaño familiar que nos costó 18 euros, repletita de ropa tan falsa como la propia maleta (nadie lo diría).

Hong Kong tiene su centro situado en una isla pero la zona urbana ha ido más allá ocupando la zona no insular.

Partimos desde el aeropuerto en tren Airport Express hasta la estación de metro de Central, situada en la isla a la que accede por túneles bajo el mar. A riesgo de estar equivocados, creemos recordar que nos costó el desplazamiento unos 15 o 20 euros para dos personas que pagamos con tarjeta de crédito. El desplazamiento fue rápido y silencioso. Por el camino podíamos ver algunos “hormigueros” donde vive la gente a las afueras de la ciudad. Tremendos edificios de gran altura y nada despreciable anchura en los que se hace difícil imaginar una reunión de vecinos.

A la llegada a Central tomamos un transporte en minibús que parte regularmente desde esta estación y que es gratuito. Las múltiples paradas donde hace escala son parte de algunos de los hoteles más representativos de la isla de Hong Kong.

Nos alojamos en el hotel de cuatro estrellas Novotel Century http://www.novotel.com/fichehotel/gb/nov/3562/fiche_hotel.shtml. Está en la isla, en Wanchai, un buen distrito. Es una de las paradas del minibús al que nos referíamos anteriormente.

En Hong Kong hay infinidad de cosas por ver y por hacer. Independientemente del orden con el que lo hicimos vale la pena destacar algunas de las cosas realizadas y que uno no puede dejar de ver.

Central

Este es el corazón de la isla de Hong Kong. El distrito financiero y la estación principal de metro están situados aquí. A excepción de cuatro edificios representativos que dejaron los ingleses, la arquitectura es ostentosamente vertical ya que las principales compañías tienen su representación en esta zona.

Esta fue una de las primeras imágenes que nos llevamos de la ciudad tras nuestra llegada. Parte del famoso skyline de la ciudad reside aquí. Coches conduciendo por la izquierda (otra herencia inglesa), tranvías de dos pisos, caras galerías comerciales, ejecutivos por todos lados, todos con su manos libres bluetooth bien colocado en su oreja. Es prácticamente la imagen típica y tópica que uno espera encontrarse.

Al principio, para el visitante, moverse a pié por esta zona resulta un poco complejo (pero divertido). Con tanta gente tan trajeada moviéndose de un lado a otro a ese ritmo en una ciudad donde el clima suele ser cálido y húmedo, no es de extrañar que las personas eviten el al máximo el contacto con el exterior. En muchos casos es literalmente imposible atravesar la calle de lado a lado andando por la superficie. Muchos edificios cuentan con pasillos acristalados que los comunican con los edificios vecinos. Están climatizados y van de un vestíbulo al otro. Así pues no es difícil que para ir de A hacia B uno cruce la recepción de un hotel, unas galerías comerciales y un edificio de oficinas. Todo ello bien fresquito y sin desprender ni una sola gota de sudor. Al principio se nos hacía imprescindible por según que zonas consultar el mapa mientras nos movíamos. Todos los pasillos están perfectamente señalizados.

Desplazarse en metro es rápido, barato, eficaz, llega a casi cualquier lugar que el turista quiera desplazarse y no hay problemas de inseguridad. Las estaciones están escritas con grafías chinas y occidentales simultáneamente. Entrada la noche deja de operar por unas horas.

Entre los muchos edificios cabe destacar el Lippo Centre, el Bank of China, las (desde nuestro punto de vista sospechosamente parecidas a la torre Agbar) IFC Towers (International Finance Center), el Central Plaza, The Center, el HSBC(Hong Kong Shangai Banking Company) y unos cuantos más. Algunos de los citados no están exactamente en Central pero están en lugares más o menos cercanos a pié o metro.

Mención adicional merecen también el Council Building frente el HSBC y St. John’s Cathedral que va de paso en el camino hacia Hong Kong Park, un pequeño pulmón verde en medio de tanto metal y cristal. Lo atractivo de poder entrar en la catedral mencionada anteriormente es poder ver el uso que en una ciudad mayoritariamente no cristiana se le da. ¿Quién era el que decía que la siesta es algo exclusivo de los españoles? Hay momentos en los que se puede llegar a ver una decena de personas sentadas en bancos haciendo la siesta no muy lejos de alguno de los ventiladores.

Victoria Peak

No muy lejos de central se puede partir en tren cremallera hasta lo alto de Victoria Peak http://www.thepeak.com.hk/full/en/index.php. Desde lo alto se puede disfrutar de una de las mejores vistas de todo Hong Kong con todos los grandes edificios a nuestros pies.

Más allá del mirador, The Peak es un lugar ideal para tomarse unos instantes con tranquilidad y poderse relajar haciendo un paréntesis en medio del stress de la ciudad.

Grandes espacios de vegetación, restaurantes con diferentes tipos de cocina, heladerías, tiendas de souvenirs, este es un lugar donde no solo turistas acuden. También lo hacen las familias para pasar el día.

Sheung Wan

En uno de los extremos de la isla, un par de paradas antes o después (según se mire) de Central, está la estación de Sheung Wan.

Siguiendo itinerarios a pié y recomendaciones de nuestro Lonely Planet nos movimos por calles donde sin perder el horizonte de la gran ciudad en la que estábamos, respirábamos un aire un tanto más tradicional.

Vale la pena recorrer las tiendas de comida y mercados de la zona. Se venden gran cantidad de productos que resultan desconocidos a nuestros ojos. Mayoritariamente se trata de productos de herboristería y otos vegetales, especies, pescados desecados, etc. Todo en perfecto orden y recordándonos que estamos en oriente. Una vez más se puede respirar la esencia del Hong Kong más tradicional.

Kowloon

Para intentar transmitir la importancia de visitar Kowloon no sería desproporcionado decir algo así como que sería una herejía volver de Hong Kong sin haber visitado este barrio y haber paseado por su avenida principar, Nathan Rd.

Para llegar aquí se suele hacer accediendo a la estación de metro de Tsim Sha Tsui. Una buena alternativa es ir algo más allá hasta la parada de Jordan y recorrer la avenida en dirección sur hasta el final.

Este es el lugar más cosmopolita de la ciudad sin duda alguna. Tiendas de alta tecnología, neones de todos los colores, orientales, occidentales, africanos, hindúes y paquistaníes, todos juntos y agitados en esta gran coctelera forman un pequeño ecosistema en el que todo el mundo convive en harmonía haciendo la guerra por su cuenta.
Sin lugar a duda este es el lugar ideal para hacer las compras principalmente tecnológicas que de buen seguro que más de uno lleva de cabeza. No hay que esperar obtener grandes precios más allá de lo que uno se pueda ahorrar en concepto de los impuestos que en este lugar no se aplican. De todas maneras hay que tener los precios y los objetivos claros. Es habitual que no se expongan al público los precios y que todo quede sujeto a regateo (y los orientales no son precisamente torpes en dicho arte).

También es muy fácil encontrarse toda clase de ofertas de relojes y ropa falsificados. Incluso es habitual que se oferten trajes a medida y chaquetas de piel. En todo caso, para el que tenga algo más de tiempo y tenga previsto desplazarse a Shenzhen (más adelante se amplía este capitulo) es mejor que no se precipite. Al otro lado de la frontera se pueden obtener mejores precios y mayor calidad en las copias. “A Class” es la frase más repetida. De hecho, es habitual que el ciudadano de Hong Kong se desplace al exterior a realizar sus compras. También mucho de lo que en Kowloon se vende ha sido comprado anteriormente en Shenzhen.

El que busque alojamiento barato en Hong Kong lo podrá encontrar en este lugar. Es posible dormir por 8$ en las Chunking Mansions. Están muy bien situadas en la misma Nathan Rd. Es un lugar muy conocido por poseer la mayor oferta de acomodación de bajo precio de la ciudad. Vale la pena pasearse por su interior aun que uno no se atreva a hospedarse en este lugar, jeje. Es también un lugar laberíntico lleno de restaurantes de inmigrantes, tiendas de ropa, etc. Lo único difícil de encontrar en este lugar es gente autóctona. Por lo leído en la Wikipedia en este mega edificio viven unas 4.000 personas. Es Hong Kong. ¿Que os pensabais?

Avenue of Stars

Los orientales son gente práctica. Cuando ven algo que les gusta lo copian y punto. Este es el caso de la avenida de las estrellas, claramente inspirada en el paseo de las estrellas de Hollywood.

Este lugar está situado al final de Nathan Rd. y su frente marítimo tiene unas vistas espectaculares al skyline de la ciudad.

La avenida, como ya decíamos, está dedicada al más puro estilo Hollywood a una nutrida representación de las estrellas de cine orientales. Buscad en el suelo la placa de vuestro actor oriental preferido y seguro que la encontrareis.

A Symphony of Lights

De pequeños, ¿solíais quedaros embobados mirando las luces del ecualizador del equipo de música subiendo y bajando? Bien, por decirlo de alguna manera, esto es lo mismo pero a lo grande.

A Symphony of Lights está registrado en el libro de los récords Guiness como el mayor espectáculo permanente del mundo de luz y sonido.

Desde el paseo de las estrellas, cada día por la tarde a las 20.00h se puede ver todo el skyline de Hong Kong con la mayor parte de sus edificios más representativos perfectamente sincronizados al son de la música cambiando de luz y color y jugando con cañones láser. Mucho antes la gente ya se agolpa para poder estar en primera fila.

Maneras alternativas de poder disfrutar del show es hacerlo desde uno de los muchos barcos que navegan en primera fila o cenando desde algún comedor con buenas vistas de alguno de los hoteles de Kowloon. La primera opción no es buena si se quieren hacer fotos ya que saldrán movidas. La segunda opción no será viable desde alguno de los posibles restaurantes si no se va “correctamente” vestido y no se está a la altura del restaurante.

El que quiera hacer fotos desde la avenida de las estrellas que vaya preparando un buen teleobjetivo (de lo contrario más vale limitarse a disfrutar del espectáculo) y un trípode. El que no vaya con el trípode a cuestas (como yo) que se arme de paciencia y buen pulso y eche fotos hasta la saciedad para conseguir por lo menos una que esté recta y no esté movida.



DE HONG KONG A SHENZHEN Y MÁS ALLÁ

Como pisar Hong Kong y no ceder ante la fiebre compradora que todo hombre (y sobretodo su mujer) lleva dentro. Lo mejor en cuanto a ropa, relojes y cualquier otro accesorio imaginable es hacerlo en Shenzhen.


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Para llegar hasta Shenzhen con transporte público se puede hacer mediante la línea KCR este (hay dos líneas, este y oeste). Esta es la mejor opción. El tren se toma en la estación East Tsim Sha Tsui a la que se puede enlazar desde el metro. El destino es la estación de Lo Wu, situada en la frontera con Shenzhen.

Al bajar del tren KCR se cruza a pié el edificio de la estación siguiendo indicadores hasta llegar al otro lado de la frontera donde se tienen que hacer los trámites de inmigración. Tras echarle un pelín de paciencia se obtiene un visado de tres días valido solo para el área especial de Shenzhen. Esto significa que no es valido para el resto de China.

Tras realizar los trámites pertinentes y el consecuente cambio de moneda ya abandonamos definitivamente Hong Kong. Estamos en una inmensa plaza peatonal rodeada por un área comercial.

Habíamos quedado con nuestro amigo Leonardo. Es un antiguo compañero de trabajo afincado desde hacía unos pocos años en China que como buen cubano y hombre de recursos se las había apañado bien. Comenzamos mal. Nuestro teléfono móvil (MoviStar) no funciona. A pesar de que nuestro roaming ya estaba activado, parece ser que se requiere activación especial para China. Tuvimos que apañarnos mediante señas (de poco servía nuestro inglés) para que una vendedora nos dejara llamar con el teléfono de su tienda a Leonardo. Como nuestro amigo estaba hasta las pestañas no nos pudo venir a recoger de manera que nos dio su dirección para que fuéramos a su casa. La dirección estaba en chino, claro, de manera que tuvimos que pedirle a la vendedora (imaginad su cara) que nos dejara su móvil personal para que nuestro amigo nos enviara un SMS con su dirección. Cuando recibimos el SMS no entendíamos nada pero la vendedora por fin se relajó y lo entendió todo. Tomó un papel y transcribió el SMS a papel para que se lo dieramos a algún taxista.

Partimos al medio día (previo regateo) en el coche del hermano de la vendedora de la tienda (este es el país de los trapicheos) bajo un diluvio hacia un destino literalmente desconocido. Antes dedicamos toda la mañana a COMPRAR.

Los vendedores muestran sus catálogos llenos de fotos y referencias. Si se les pide ver el artículo te conducen a su “piso franco”. Es alucinante. Uno es conducido a pisos fuera del área comercial y es conducido mediante pasillos laberínticos. Al llegar al piso, el vendedor llama a la puerta y se accede al piso. Al otro lado de la puerta uno encuentra otros turistas comprando entre la gran cantidad de artículos ofertados. Una Webcam advierte al propietario del piso de si el que llama al otro lado de la puerta es amigo o no.

Gastamos lo que no está escrito. Encima pagamos con tarjeta de crédito. Esta gente está preparada para todo. Uno ya no sabe si está comprando falsificaciones, artículos originales producto de sobreproducciones desviadas o simplemente cosas robadas. Sea como sea es buena calidad y precio mucho más bajo que en España. De hecho compramos artículos que todavía no estaban en las tiendas a falta de semanas o unos pocos meses. Tejanos, bolsos, gafas, relojes, plumas, chaquetas, artículos de golf… hay algo para todo el mundo.

Por la tarde estuvimos en Dongwan en el restaurante español de nuestro amigo cubano (ya dijimos que era hombre de recursos). El nombre del establecimiento es Olé Olé. Está decorado con carteles y capotes de toreros y se puede comer jamón (que lujo). Volvimos en tren nuevamente a Shenzhen. Hay que pasar controles de metales como en un aeropuerto. Estuvimos intranquilos por que nuestro visado no nos permitía haber salido de Shenzhen pero no solicitan el pasaporte. El caso es que teníamos prisa. Había que llegar rápido a Hong Kong por que el metro cierra entrada la noche.

En la frontera nuevamente teníamos que volver a tomar el KCR previo tramite fronterizo. Era alucinante. ¡Cuanta cola! ¡Cuanta gente volviendo a Hong Kong al final del día! ¡Que cargados que van todos! Ya comentamos anteriormente que muchos comerciantes de la ciudad compran aquí algunas de las baratijas que venden en HK. Nosotros llevábamos una Samsonite falsa de 18 euros y 500 kilos (o eso parecía) llena de ropa chulísima que en frontera ni se molestaron en mirar.


(c) Ezequiel Jiménez Borra & Mónica Valls Moreno

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