domingo, 13 de abril de 2008

Polinesia Francesa, Bienvenidos al paraiso

En medio del Océano Pacífico, entre Nueva Zelanda y América del Sur, existe una superficie equivalente a la de toda Europa salpicada por decenas de islas. Son la Polinesia Francesa.
Si alguien tiene una imagen predefinida de como es el paraíso este es el lugar por excelencia que más se aproxima a ella. Islas de naturaleza exuberante rodeadas por barreras coralinas formando lagunas de aguas turquesas. Sus mares son igualmente un espectáculo para los submarinistas siempre que estén dispuestos a bucear entre tiburones. El clima es generoso y benévolo. Su cultura y rasgos diferenciales perduran en sus gentes.
Es por todo lo anterior y por mucho más que el nombre de este blog es en honor al lugar que siempre añoraremos y al que siempre querremos volver: La Matira, una playa de arena blanca y aguas transparentes situada en Bora Bora.
FICHA TÉCNICA
¿Por que Polinesia Francesa?: Todo pastel necesita una guinda. Después de tres semanas por Nueva Zelanda y como colofón a un viaje precedido por una boda necesitábamos DESCANSAR. La vuelta desde Nueva Zelanda con Air New Zealand hace escala en Papeete (Tahití) y por tanto es combinación perfecta.
Días: 7.
Fecha: Junio 2005.
Itinerario: Tahití, Bora Bora, Moorea.


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Medios de transporte utilizados: Avión, barca, boogie y bicicleta.
Visado: No requerido.
Vacunas: No requeridas.
Que no vimos y por que: Es imposible explorar Polinesia por su tamaño y dispersión. De todas maneras nos hubiera gustado ver Rangiroa. Es un atolón (no una isla) que guarda un tesoro en su laguna interior. Si ahora fuera hubiéramos la hubiéramos preferido en lugar de Moorea.
DÍA 1 -Camino de Tahití, el retiro de Gauguin-
Volamos de vuelta desde Auckland con Air New Zealand. Después de realizar una breve escala en Islas Cook continuamos a nuestro destino final, Papeete, la capital situada en la isla de Tahití.
La llegada al pequeño aeropuerto nos parece de lo más peculiar. Tres músicos tocando la guitarra ataviados con camisas floreadas y sombreros de paja nos reciben. Por muy viajeritos que queramos ser de vez en cuando no está mal sentirse un buen guiry, jeje.
Tomamos un transporte privado dirección a nuestro hotel. El Radisson Plaza Resort http://www.radisson.com/aruefrp. Encontramos precio promocional por estar recientemente inaugurado. Está alejado del centro de la ciudad. En todo caso no importaba ya que solo queríamos pasar la noche. Las instalaciones están a la altura de las expectativas. Dispone de acceso a playa privada de arenas negras debido a su origen volcánico.
Papeete es punto obligado de paso para el viajero que se adentra en Polinesia. En todo caso no es un lugar especialmente atractivo en el que se suela invertir más tiempo del necesario para partir a la próxima isla.
Para partir al siguiente destino se puede hacer en avión (nosotros contratamos todo con Air Tahití http://www.airtahiti.pf/home.php) o también en barco. Para el viajero sin problemas de tiempo es una buena alternativa ya que se puede comprar un bono para visitar cinco islas a precios más interesantes que los del avión.
Si finalmente la decisión es volar hay que ser superestrictos con el sobrepeso de las maletas. Los kilos de más se pagan a precio de oro. Nosotros llevábamos equipaje para un mes de viaje y preparados para el invierno de Nueva Zelanda y el verano de Polinesia. En el aeropuerto hay consignas pero negociamos con el hotel que teníamos reservado para el último día en Papeete que nos guardaran el equipaje no necesario.
DÍA 2, 3 Y 4 -¡¡¡BORA BOOORAAAAAAA!!!

Vistas a Bora Bora desde nuestro motú

Por fin llegó el momento. En la vida hay muchos sueños y nosotros no nos iremos sin cumplir como mínimo uno ;-)
La llegada por aire se hace en un pequeño aeropuerto al que no se llega por carretera. Estamos en Bora Bora... se hace en barca. Se pueden contratar taxibotes allá mismo pero muchos hoteles suelen facilitar el acceso. Se hace navegando por las lagunas de aguas cristalinas y totalmente carentes de la furia que mar adentro existe.
Nos hospedamos en el Sofitel Motú Bora Bora http://www.sofitel.com/sofitel/fichehotel/es/sof/2755/fiche_hotel.shtml. Está situado en un motú y no en la propia isla de manera que se respira exclusividad. Dispone de barquero privado que acerca a los huéspedes al hotel cuando lo solicitan. Lo único malo son los precios. El desayuno no estaba incluido y todavía recordamos los 30€x2 que costaba en 2005.
Más allá del numeroso conjunto de actividades que el catalogo de los hoteles ofrece, uno se puede dedicar a actividades mucho más livianas. Se pueden alquilar bogeys o bicicletas y recorrer el perímetro de la isla. Hay que ir a Vai tape, el pueblo de Bora Bora. No es que tenga nada especial, es que para un pueblo que hay, se tiene que visitar. Lo que encontramos fue simplemente cuatro casas, tiendas de souvenirs y establecimientos especializados en ventas de perlas grises típicas de Polinesia.
En el capitulo de comer y beber hay pequeñas obligaciones morales que todo visitante ha de cumplir: tomarse un maitai y cenar en Bloody Mary's.
El maitai es de origen californiano pero su nombre es polinesio. Fue improvisado en una coctelería durante la visita de unos amigos polinesios y cuando lo probaron exclamaron "¡Maitai roa!" (Muy bueno).


Bloody Mary's es sin ningún lugar a dudas el restaurante más famoso de todos los que hay en la zona. Es una especie de chiringuito muy bien arreglado donde el visitante recibe a la entrada explicaciones de los pescados frescos que han recibido ese día y cada uno se pide lo que quiera. Dispone de gran selección de cócteles y vinos franceses. Por este lugar han pasado gran cantidad de famosos que en algunos casos están listados a la entrada. De todas maneras, el ambiente es distendido.

Llegar a muchos restaurantes resulta fácil desde la mayoría de hoteles ya que en el momento de reservar se determina hora y lugar y te pasan a recoger y posteriormente te vuelven al lugar de encuentro. Está por tanto claro que la ubicación del hotel es importante. En este sentido no sería recomendable alejarse de Vai tape mucho más de lo que lo hicimos nosotros.

Otro lugar que visitar (como no) es la playa de la Matira. Es un lugar fantástico a un par de kilómetros de nuestro hotel donde bañarse. A medio día, un lugar fantástico para comer algo es Chez Michel, un chiringuito de playa donde a medio comernos nuestro poison cru con nuestra cerveza hinano nos podemos echar un chapuzón rápido y seguir comiendo.
Por la noche resulta una buena idea asistir al menos una vez a una cena típica amenizada con música y danzas del lugar. Está claro que está totalmente orientado al turista pero se lo toman con bastante seriedad ya que los niños aprenden desde temprana edad.
Todo lo que se puede decir después de haber visitado este lugar es: Maruru (gracias).

La Matira
DÍA 5, 6 Y 7 -Moorea, la cuenta atrás-
Acercándonos a nuestro final de viaje nos desplazamos a Moorea, separada de Tahití por apenas unos muy poquitos kilómetros. Desde nuestro hotel, el Sofitel Moorea Beach Resort http://www.sofitel.com/sofitel/fichehotel/es/sof/0566/fiche_hotel.shtml se podía ver sin problemas la costa de la isla vecina.
Como a principio de página comentábamos, Moorea es una isla bonita pero que el encanto de otras le hace sombra. De ser ahora cambiaríamos la visita a este lugar por otro o como mínimo iríamos primero a Moorea y luego a Bora Bora por aquello de ir de menos a más y no de más a menos.
Moorea es una isla montañosa en su centro desde donde se pueden tener grandes vistas subiendo al mirador Belvedere. Para llegar a este lugar nuevamente es una buena alternativa el alquiler de un boogie. Por el camino se pasa por la bonita bahía de Cook. Es en ese lugar donde en un desvío de la carretera se encuentra otro lugar de visita obligada, la Fruit Juice Factory. Se puede visitar y degustar zumos y se pueden adquirir maravillas como licores y cremas de vainilla, piña, etc.
Una de las cosas en las que esta isla goza de buena fama es sobre sus tatuajes. Parece ser que algunos de los mejores maestros tatuadores residen en este lugar.
La vuelta a Tahití la hicimos en avión a pesar de la poca distancia. Era de dimensiones muy reducidas y tan pronto uno tenía la sensación de haber despegado ya estaba aterrizando.
Habiendo llegado nuevamente a Papeete nos desplazamos al hotel que teníamos reservado. El hotel Le Mandarin http://www.hotelmandarin.com/ que como indica su nombre es de origen chino, nada extraño en estas latitudes. Era barato y no muy en la línea del resto de hoteles donde nos alojamos pero tenía una explicación. En este lugar guardamos las maletas durante la semana que viajamos ligeritos de equipaje a Bora Bora y Moorea. Por otro lado llegábamos a medio día y nuestro avión salía en la madrugada. Nos daba tiempo de echar una cabezadita de un par de horas. Por último no era ningún resort alejado del centro, todo lo contrario.
Dedicamos pues la tarde a dar vueltas por el centro de Papeete y hacer las últimas compras. La mayoría de ellas en el Marché de Papeete, un lugar por el que también hay que dejarse ver en algún momento.
A lo largo de este documento ya hemos hablado de alguna que otra compra típica que uno puede hacer. Los pareos son un clásico. Son alegres y muy coloridos. Los motivos suelen ser florales y como no, también reproducen pinturas de Gauguin.
El otro grandioso y glorioso artículo que uno puede encontrar en este lugar y difícilmente en cualquier otro del mundo es el aceite de monoi. Se fabrica a base de petalos de flor de tiere macerada y aceite de coco. Esta flor es autóctona de estas tierras y el aceite que con ella se hace es un potente hidratante para la piel y el cabello, el secreto de la belleza polinesia...
Con el final del día llega el final de lo que ha resultado un sueño. La esperanza es volver alguna vez en la vida a este lugar y que para entonces no haya cambiado demasiado.

(c) Ezequiel Jiménez Borra & Mónica Valls Moreno

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